HAITI
Hay un millon de estrellas
y una brisa que trae aroma de hierba mojada
y trae el sonido de música y risas.
Miro hacía el mar.
Una luz parpadea en la lejanía.
Me imagino una sirena, un marinero casi niño.
O casi viejo.
Un suspiro.
Un beso a escondidas.
Un adiós de amantes.
Miro hacía la ciudad.
Y la noche y la distancia engañan.
Desde las lomas de Petionville,
Puerto Príncipe luce bella.
Elegante.
Alegre.
Próspera.
Pero de pronto pienso que nunca he escuchado
el trinar de un ave en Puerto Príncipe
ni he visto un arcoiris.
Y me doy cuenta en este momento que ni siquiera sé si crecen flores
en Haití.
La tristeza me invade.
y me atenaza el pecho
Me duele Haití.
Hasta que
como milagro
siento tu imagen
y recuerdo que tú amas a Haití.
Sonrío.
Sé que en la mañana cantará un ruiseñor
y el cielo estallará en colores deslumbrantes
y en la brisa flotarán pétalos
de rosas silvestres
y se sentirá su fragancia.
Sé que todo eso es posible.
Porque
aunque esta noche te extraño
sé que existes.
Petionville, Puerto Príncipe. 15 de diciembre de 1995
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